LA DULCE MELODÍA DEL ALUMNADO EN EL AULA
Hace ya un tiempo que vi este vídeo, pero no importa las veces que lo vuelva a ver. Sigue siendo igual de impactante comprobar como las personas nos adentramos en la velocidad de la rutina y no disfrutamos de esos pequeños detalles que nos acerca la vida.
Antes de decir nada más, quiero que veáis el vídeo que protagonizó el violinista Joshua Bell.
El conocido violinista estadounidense Joshua
Bell se sometió a un experimento que consistía en observar la reacción de la
gente mientras él, de manera encubierta, tocaba su música en plena hora punta
del metro de Washington. Durante los 43 minutos
que duró su actuación, pasaron ante él unas 1097 personas de las cuales sólo
una lo reconoció y muy pocas más se detuvieron siquiera unos momentos a
escucharle. Parece ser que la belleza se encuentra en el ojo de quien mira, y
en el oído de quien quiere escuchar.
Este
experimento está muy relacionado con el ámbito educativo, y es que durante
nuestros años de docencia son numerosos los niños y niñas que pasan por
nuestras aulas, todos ellos con un gran talento, pero que no siempre es
apreciado. Existen millones de violinistas en nuestros centros educativos que
nos tocan grandes piezas maestras y que por algún motivo, ignoramos.
Con
demasiada frecuencia no apreciamos la diversidad, dice Muntaner que para
atender a la diversidad es necesario promover un cambio en el papel del
profesorado que le lleve a la búsqueda de alternativas en el proceso de
enseñanza-aprendizaje. Asimismo entendemos que para escuchar la melodía de todo
el alumnado primero, tenemos que hacernos el oído a la buena música.
La
diferencia, lo diverso, lo desigual nos viene dado. Al igual que no todos los
violinistas tocan la misma sintonía, en la escuela encontramos alumnado con
diferencias entre sí, tanto cualitativa como cuantitativamente, en sus
innumerables rasgos físicos, psicológicos, biográficos... Por ello, dejar de hablar del alumnado de manera genérica y tratar la
diversidad como un hecho natural al que dar respuesta; es el objetivo de la
educación futura. Pero para lograrlo, hemos de sosegar y escuchar la dulce
melodía que suena cada mañana en los rincones de nuestras aulas.
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